Con las quimios puedo decir que no me sentí nada mal, salía y moría de hambre, en el camino df-cuerna empezaba a ponerme guanga y llegaba y me dormía solo al tercer día de la quimio
no hablaba, ni comía, me lastimaba la luz y solo dormía.
Nunca vomite, ni me dio gripa ni todas las cosas que había leído-escuchado que me pasarían
Al terminar las siete quimios vinieron 30 radiaciones y ahí se puso más divertida la cosa, pues, las primeras tres me acompañaron y las 27 restantes iba y venía sola, y ahí fue donde le di vuelo a la hilacha
pues el trayecto Cuernavaca- hospital español eran 3 horas de ida y 3 de regreso, mis citas eran en la mañana y solo dura 10 minutos, así que aprovechaba y paseaba por el df.
De manera
alterna tenía mi doctor homeópata, que me ponía sueros, me daban gotas de hongos sepa dios que, tomaba xango, víbora de cascabel, guaraná, guanábana y todo lo que la gente me llevaba en sus visitas, pero lo mejor
de todo fue el té de marihuana, me quitaba el dolor, podía dormir, comer, no me daban nauseas.
Claro que el cáncer fue para mi familia y para mí la etapa de la vida más
difícil pero también en la que más he aprendido, pero también el cáncer me mostró una Priscila que no conocía y la que conocí, me gustó y mucho.
Hoy
después de seis años 9 meses del diagnóstico, estoy por fin pensando en mis posibilidades de una cirugía reconstructiva, pero tampoco es algo que me quite el sueño, pues mi vida sigue funcionando perfectamente en todos los
sentidos aun con un seno.
El cáncer me ha traído muchas cosas buenas a mi vida, ahora me siento más viva, más alegre, divertida, valoro despertarme todos los días, porque
creo que seguir aquí es también una elección de vida.
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